-séptima temporada-

jueves, 30 de julio de 2009

Crítica molar. Hoy: "La canción de la farolera"

Infancia. Esa etapa de la vida en la que reímos y jugamos, llenos de la más tierna inocencia. Sin embargo, son muchos los productos culturales con los que desde muy pequeños entramos en contacto. Son estas canciones, dibujitos animados, películas, cuentos, los que van forjando en nuestro cándido sistemita cognitivito una imagen del mundo que prevalecerá a lo largo de la vida. Por este motivo es necesario preguntarnos (si es que la crítica y el análisis cultural sirven de algo): ¿Qué canciones estamos enseñando a nuestros niños? ¿Qué valores y qué ideología las transuntan?
En la "Crítica molar" de hoy nos proponemos analizar "La canción de la farolera", destejiendo las suturas narrativas que velan una ideología funcional a la reproducción de lo hegemónico.


Todos la conocemos. Supimos cantarla con abuelas, madres y maestras. La reproduzco a continuación para refrescar la memoria de los lectores. Agrego entre paréntesis parte de la letra que no siempre ha tenido el privilegio de ser recordada por la tradición.

"La canción de la farolera"

La farolera tropezó
y en la calle se cayó
y al pasar por un cuartel
se enamoró de un coronel.

Alcen las barreras
para que pase la farolera.
(Ponga la escalera
y encienda el farol.

Después de encendido
se puso a contar
y todas las cuentas
salieron cabal)

Dos y dos son cuatro,
cuatro y dos son seis,
seis y dos son ocho
y ocho dieciséis,
y ocho veinticuatro,
y ocho treinta y dos.

Ay, niña bendita,
me arrodillo en vos.



La pieza se inicia de esta forma: "La farolera tropezó/ y en la calle se cayó". La farolera se cae en plena vía pública, frente a la mirada expectante del juicio social. Son estos iniciales y crípticos versos los que dejan confiada a la interpretación del lector la motivación de la caída. ¿En qué condiciones y bajo la influencia de qué clase de sustancia es que esta mujer tropieza? La elipsis permite la entrada de especulaciones que conducen a lo prohibido.

Pero no sólo se cae sino que además pasa por un cuartel. Allí es donde se enamora de un coronel. No de un cabo, no de un soldado raso, ni siquiera de otro farolero. No. Se enamora de un alto jerarca del ejército. De este modo, la protagonista no sólo aparece desde un principio como una vulgar "falopera" (perdóneseme la expresión) sino también como una "facha", una mujer conservadora que entabla relaciones estrechas con lo más reaccionario de nuestra sociedad. Y es esta alianza entre la institución que monopoliza la violencia estatal y una mujer dispuesta a todo por trepar escalafones la que se celebra con un canto. Militares, sexo y drogas en una canción para niños; a dónde irá a parar nuestra amada patria...

Volviendo al texto, ¿qué reacción acontece tras el romance consumado entre la farolera y el coronel? "Alcen las barreras/ para que pase la farolera". Los integrantes de las capas más bajas de las Fuerzas Armadas son compelidos a actuar en complicidad con su superior, contribuyendo a la reproducción de una organización verticalista y autoritaria. Por otro lado, el imperativo traduce una urgencia de orden sexual: "Alcen" es la palabra que da inicio al verso, abriendo así una diseminación de sentidos que nos conduce al campo semántico del erotismo. ¿Quién está "alzado"? No es otro que el coronel.
Tenemos hasta aquí, entonces, a una mujer, esta señora, denominada escuetamente con el apelativo de "la farolera" (mujer de la noche, claro está, cuándo si no se encienden los faroles) que, tras haber consumido una considerable cantidad de alcohol y/o estupefacientes, decide (o mejor: le pinta) mantener relaciones sexuales con un militar. La farolera en cuestión difunde en connivencia falocéntrica una conducta de género que el patriarcado ha impuesto a su cuerpo sexuado. El falocentrismo opresivo queda cifrado en la figura central de la canción: el farol. (Podríamos hablar entonces de "farolcentrismo").

¿Y qué decir de la anteúltima estrofa?: "Dos y dos son cuatro/ cuatro y dos son seis..." Pura pedagogía del opresor. Nuestros niños son educados en la cultura del más inhumano mercantilismo. La ideología burguesa penetra con toda su fuerza en estos versos que funcionan como interludio aleccionador entre la narración de la historia de la farolera y la coda final. ¿Qué tienen que ver los números, las sumas (valores de cambio despersonalizados y motivados por el afán de lucro), con el romance de la farolera? En palabras de Marx: en una sociedad capitalista, las relaciones interpersonales están determinadas por los intercambios comerciales. En este carnaval de fetichización de mercancías, se cosifican los sujetos. Todo se reduce a las viejas relaciones de producción. Con todo, la apropiación consciente de la matriz ideológica del capitalismo no se lleva a cabo sino tras la aceptación del mandato de clase ("Ponga la escalera /y encienda el farol"), traducida en conducta dócil: "Después de encendido/se puso a contar". Trabajadora sumisa, la farolera garantiza que se reproduzca con éxito el esquema de dominación.


En otro orden, los dos últimos versos son la frutilla del postre de nuestro banquete patrio. Hubo la corrupción, hubo la opresión de género, hubo la instauración del más salvaje capitalismo, hubo la presencia militar, ¿qué falta? Pues bien, la institución eclesiástica.
¿Quién dice "yo" en los últimos versos y a quién se le dice "vos"? No lo sabemos. Aflora la incertidumbre a la hora de fijar referentes concretos. Lo cierto es que de esta indeterminación emerge, mediante el vocativo, la figura de la niña ponderada como santa. El imaginario religioso se completa con la devoción materializada en gesto corporal: "Me arrodillo en vos".

En fin, elemento superestructural que garantiza la reproducción del orden dominante, "La canción de la farolera" es uno más entre tantos productos culturales que enseñamos a nuestros niños. ¿Son estos los valores que queremos transmitir?



--------Apéndice: Historia de la recepción de "La canción de la farolera"---------------

Haciendo un poco de historia de la recepción de esta obra, podemos mencionar un hito importante. En las épocas de la Resistencia Peronista la canción se resignificó, representando las relaciones entre Eva Duarte (la farolera) y Jotadé Perón (el coronel). Para aquellos lectores, el argumento inmortalizaba el momento en que Eva Duarte moviliza a las masas obreras del Conurbano Sur para dirigirse a Plaza de Mayo, exigiendo la liberación de su marido, retenido en la isla Martín García. Evita contabiliza los sindicatos que se adhieren al paro ("Dos y dos son cuatro/ cuatro y dos son seis" ) y que han decidido marchar en las calles para pedir la excarcelación de su venerado líder.

jueves, 23 de julio de 2009

Correspondencia doméstica.

Cuando mi madre se va de viaje y yo quedo sola en la casa, suele darme algunas indicaciones que considera pertinentes.

Dicen que las madres son los seres que mejor nos conocen. ¿Qué conclusión tengo que sacar sobre mi persona tras leer los carteles que esta mujer dejó sobre la mesada antes de partir?
Transcribo literalmente algunas de estas anotaciones:

" ¿Olor feo en la cocina? --------) Sacar basura!"

"Para limpiar ---------) usar trapo Valerina"


Seriamente: ¿Con qué piensa esta mujer que voy a limpiar la mugre? ¿Con una carpetita tejida al crochet? ¿Con la bufanda de papá? ¿Con Passepartout acaso?
Y con respecto al olor y la basura, ¿considera mi madre que padezco alguna lesión cerebral que me impide concatenar lógicamente la serie causa-consecuencia?

Las madres deben tener las más extrañas fantasías acerca de lo que hacen los hijos cuando ellas no están presentes o cuando estos vuelan del cálido y pulcro nido maternal. La preocupada madre imagina que, ni bien haya echado llave a la puerta de casa, su hijo de veintipico de años y quizá flamante abogado estará metiendo la mano en el ventilador de techo o escarbando en el enchufe con un tenedor.

En fin, todo esto me recuerda a un cartel que mi hermana, Minaya Garcí Pochita, dejó para mi madre hace muchos años. Lo conservé hasta hoy y lo escaneé:





Nada que ver con lo que venía diciendo, pero es un lindo recuerdo familiar, ¿no?

Formación traumática de una mujercita dulce como yo.

He visto dibujos animados para pedófilos.
He visto imágenes de relaciones zoofílicas.
He visto de qué se trata la hiperlaxia anal.
He visto asesinatos seriales.


He visto cuanta cosa vomitiva hay en la web. Pero lo ominoso, lo insoportoble, lo que nunca puedo terminar de ver, es aquello que traumó mi pequeño cerebro preadolescente:
"¿Qué me está pasando?"



El infierno, hecho video progre-didáctico para el consumo de las masas púberes.

viernes, 17 de julio de 2009

Las cosas que veo por ahí. Hoy: "La muerte"

Hoy me desperté pensando en la muerte. En realidad, pensando en mi abuela, de 89 años, que cada día tiene más sueño, más problemas de salud y pasa más tiempo en la cama.
Me llené de bronca cuando pensé en la vejez representada por las películas de Hollywood. Y me refiero a la vejez no como estado sino como introducción a la muerte. Ese momento de vejez en la cama, el momento que está ahí nomás de la muerte. Pensaba en la muerte como proceso; en el final de la vida.

En las películas, en la literatura también, el moribundo hace un balance, organiza su vida, se deja morir en armonía. Me acuerdo de "El gran pez", por ejemplo, o la muerte del Quijote. La muerte sosegada, racional. El final de la vida donde el moribundo acepta su fin, lo espera con los brazos abiertos, dejando atrás lo que vivió como una habitación ordenada, prolija, con los cajones cerrados. La muerte tranquila, tranquilizadora para los vivos que miramos (siempre se mueren los otros).
Mentira.
Mentira que la espera y la llegada de la muerte es tan armoniosa, festiva, tranquila.
Mi abuela me dice: "No pudo creer que tenga casi 90 años. Cuando pienso en mí me imagino como a los 30, como a los 40 años. Después veoc ausalmente mi imagen en el espejo y no puedo creer que sea yo esa vieja fea, decrépita en el espejo. No quiero morirme, desperdicié mi vida. No me quiero morir. Daría cualquier cosa por ser joven de nuevo."
Nos morimos desesperados, ridículos. Nos morimos como una rata ahogándose adentro de un balde lleno de agua. Pataleando, no aceptamos, nos golpeamos contra las paredes del balde, queremos salir hasta el último minuto, queremos vivir. La muerte nos encuentra a nosotros irracionales, espásticos, caprichosos, desesperados.
¿Qué le respondo a mi abuela cuando me dice que no quiere morirse?
A la noche se niega a dormir, teme morir mientras está dormida. Tiene terror de que todo se termine ahí, sin la banda sonora correspondiente que le advierta que se acerca la escena final.

jueves, 16 de julio de 2009

Bases y condiciones de mi vida.














No sin sonrajarme lo admito: soy fanática de los concursos.

Rifas, sorteos... llenando formularios de inscripción se me va la vida.

Nunca gano nada importante y no porque desconfíe de la integridad de los escribanos públicos.
¿Cuándo nacerá el susano que no deje escapar mi carta entre sus dedos?
¿Qué tono de tintura tendrá la secretaria de Sofovich que dé vuelta el panel con mi premio?

Alea jacta est.

Una vez me gané un pollo congelado. Se sorteaba un reproductor de DVD. Lo ganó una mujer sin dientes. Pero todas las sonrisas fueron felices. Yo llegué a mi casa, llevaba en andas al pollo. "We are the champions": me limpiaba con el hombro las gotitas de las sienes. Se estaba descongelando . Fue un lindo día.


Alea jacta est.

Pero también tuve mi cruzada. El barón Unilever presentaba, a través de su heraldo don Cif cremoso, una promoción conmovedora: un aire acondicionado, un horno microondas y una aspiradora. Parí un batallón concursante: excompañeros de primaria, profesores de Tae Kwon-Do, usuarios de Yahoo inventados, todos participaban aumentando al infinito mis probabilidades de ganar. No podía perder.
El día del sorteo entré a la página web con el corazón en la boca. Foto de los tres justos y honestos ganadores: el Sr. Uniléverez abrazando su aspiradora, Monsieur Unileverais sonriendo con su nuevo aire acondicionado, Herr Unileverbush llevando a casa su hornito LG.

Alea jacta est.

Completo todos los cupones con letra clara y prolija
maniobro con pulso de cirujano el develamiento de la raspadita
llamo a todos los 0800 que hay que marcar
¿por qué no puedo ganar?

Alea jacta est.

Ahora armo discursos anti-global worming para Wal-Mart. Me arrodillo a los pies del Imperio a ver si me tira una Nintendo Wii, una esperanza, una sonrisa con caries de Vietnam.


Abajo de la tapita está el agujero sin principio.
La clave del sticker será la lengua de Dios;
mi epitafio,
los últimos seis dígitos del código de barras de mi vida.
La hora del envase es la del juicio final.

martes, 14 de julio de 2009

Fashion sicknesses








A nosotros, heraldos de la moda y el buen gusto, no se nos escapa detalle. Siempre regios y glamorous, queremos estar a la avant-garde de las tendencias estéticas. En esta oportunidad, aprovecho para dejarles algunos consejitos fashion para que tengan en cuenta a la hora de contraer enfermedades.


El cáncer: Un clásico que queda bien en cualquier ocasión. Como el color negro, nunca pasa de moda.

Los que prefieran una onda vintage pueden acudir a la tuberculosis. Su temporada es el invierno; de este modo, podemos lucir blazers de colores oscuros que contrasten con la palidez de la piel. El negro y el azul son ideales, ya que quedan fantásticos como fondo que combina con la sangre escupida.


La gripe A
: Hasta hace unas semanas estaba super in, recién importada de Miami. Ahora es más cualunque. Como los estiletos: antes eran tendencia y ahora se los pone cualquier negrita.

Infarto cardíaco
: Es de gente bien, pero carece de onda.

Mal de chagas: Enfermedad groncha si las hay. Cosa de negros (pero negros de alma, claro, no como Lenny Kravitz que es un divino).

Fiebre amarilla: Si la contrajiste este enero en las playas brasileras, felicitaciones, sos puro glamour. Con esta enfermedad estarás radiante. Si te la pescaste en Paraguay o Bolivia, no deberías estar leyendo esto porque seguro sos un negroide analfabeto que contrabandea droga a nuestra patria y destruye a la juventud.

Dengue: Es como el reggaeton. Se puede coquetear con él, pero estar todo el día con eso es una berreteada. Da para preocuparse y mencionarlo en las conversaciones, no para contraerlo. Es de villas y hippies mugrientos.

Cólera: Super out. Lo más grasa que existe. Es de cabezas y da diarrea. Comparable con usar camperitas Adidas de las azules con las tres lineas blancas. Una gronchada.

El Sida: Este es un tema complejo. Dependiendo de cómo se lo combine, puede ser muy cool o muy disgusting. Se recomienda acompañarlo con alguna profesión artística: cantante, músico, fotógrafo, pintor, escritor. Y por supuesto con hábitos homosexuales. A las mujeres les sienta bien con profesiones de riesgo: enfermeras en Somalia y....eso. No se me ocurre otro match. Límitense a estas posibilidades.

Lepra: Elegante y exótica, es una enfermedad que da status porque es síntoma de haber viajado al extranjero. Pero atención, con la lepra pasa como con las extensiones de cabello. No basta con ir y clavártelas. Después tenés que trabajar sobre ellas y mantenerlas día a día. Es muy importante, en el caso de la lepra, ir seleccionando cuidadosamente los fragmentos de cuerpo que vamos a desechar. Lo primero es la nariz, hay que limarla de a poco, hasta que quede chiquita y respingada. Lo mismo con la cintura y las caderas. Vamos descartando primero esas partes indeseables. El resultado de seguro será un look matador.

Malaria: El ejemplo perfecto de que lo tropical es, por excelencia, vulgar. Sin excepciones (bueno, se acepta Celia Cruz para bailar en algún casamiento, pero las camisas floreadas, la cumbia y las maracas están -y siempre estarán- out). Para más información, remitirse al dengue.

Tendencias que se vienen:

Hepatitis: Conveniente para la temporada primaveral, ya que modelará tu figura permitiendo que para el verano te quede redivino el traje de baño para lucir en Punta. Además, la coloración amarilla te va a ir acercando al tono bronceado que para diciembre hay que alcanzar sí o sí. El tipo más cool es el G.

Polio: La versión argentina y actual del fenómeno fashion "Jackie Kennedy style". Va estar bueno si no te vacunás!

lunes, 13 de julio de 2009

Ingreso a la docencia y a la dominación del mundo.

En un acto de revisionismo causado por condiciones climáticas, salieron a la luz unas conversaciones cibernéticas que tuve con miss Verónica B. y que despertaron en mí una bronca que no te digo nada.
Las reproduzco aquí y las amplío por su alto valor documental.

Resulta que yo, joven e ingenua muchachita, estaba tratando de buscar trabajo. Entonces decidí tomar el teclado y escribir a mi distinguida colega:

"hola veronica!! cómo te tratan las vaciones? yo estoy acá en la plata escribiendo una novela (mentira, pero vos hacé correr la voz así me construyo en el campo intelectual). che te escribo porque tengo una duda urgentísima:
cuánto cobra un docente q toma una suplencia y da clase en una escuela (ponele sin ruralidad) dos veces por semana 80 mins cada dia???
me lo pregunto xq estoy harta de trabajar de moza o repartiendo globos por la calle, hace frío carajo! y los viejos te tocan el culo los domingos de partido cuando les llevás el americano medio y medio!!....asi q ten piedad de mí y averiguame esto si te resulta posible....cualqueir informacion me resulta util porque nadie te cuenta cuánto cobra, q sociedad mas hipocrita por diosssss...me voy a dormir indignada...te mando un super beso, te extraño!!!
anis"

A esta breve epístola mi colega responde con tierna diligencia y precisión estadística:

"Hola Anita! Una pregunta indiscreta: (mitad para construir tu imagen en el campo y mitad por saciar mi curiosidad (pongamosle periodistica para no quedar mal)) qué haces a las 06:49 de la madrugada escribiendo mails? jjejeje...
pasando al otro tema... aproximadamente 12,5 pesitos los 40minutitos... o sea, algo asi como 200 pesos por mes.
No es mucho.... pero... ah... me llegan otros datos:
La hora reloj (estamos hablando de 60 minutos, je) la pagan 19 pesitos...

Bueno.. sacando cuentas es lo mismo:

200 pesos básicos al mes ... confirmado.

Nos vemos pronto!
Vero"

En este punto detengo la reproducción epistolar para plantarme en pleno epicentro capitalista y gritar:

El pago a los suplentes es una cagada, pero dentro de todo, es una miseria.

Con 200 pesos no puedo pagar un alquiler (ni comprar paco siquiera). Para que se den una idea del nivel del salario suplente: un mozo hace -con la propina- 9 o 10 pesos por hora, una promotora cobra 10 pesos la hora y para arriba. No puede ser que un docente cobre casi lo mismo y sólo con 80 mins de trabajo garantizados (teniendo que viajar a la escuela en la Conchadelalora a la que ningún profesor quiso ir porque -como mínimo- el portero que cuida la entrada es un asesino serial con 506 muertes por desmembramiento en su prontuario y el alumno con menos problemas tiene que trabajar 23 horas al día para comprar una bolsa de polenta).
Encima está lleno de suplencias, pero un cargo fijo no conseguís ni chupándole..... el dedo del pie a la gorda de secretaría de inspección....... y ¿qué onda los profesores titulares? ¿dónde están?, si nunca dan clase ¿por qué son titulares? Hasta Herníquez Ureña debe tener titularidad en algún colegio de La Plata todavía.
Si detengo mi pasional exasperación un instante y tomo distancia del asunto a fin de ganar perspectiva crítica y rigidez científica a la hora de analizar el problema, estoy en condiciones de afirmar QUÉ BARBARIDÁ, QUÉ BARBARIDÁ, QUÉ BARBARIDÁ...
En este solemne acto de escritura, inauguro el movimiento de Muchachitas Ingenuas que Quieren Trabajar Dignamente Enseñando Estilización del Lenguaje Gauchesco en Martín Fierro a Adolescentes de 16 años (la futuramente famosa M.I.Q.T.D.E.E.L.G.M.F. A. 16).
Por nuestras reivindicaciones, camaradas:
*Que revisen las titularidades.
*Que aumenten los salarios a los que trabajan en serio.
*Que socialicen los medios de producción.
*Que la gorda de secretaría de inspección adelgace.
*Que pongan maquinitas de golosinas en las escuelas que funcionen con una tarjeta con crédito virtual a renovarse todos los meses.



Un fantasma recorre La PLata. Es el fantasma de la M.I.Q.T.D.E.E.L.G.M.F.A.16

sábado, 11 de julio de 2009

Reseña: "¿Y tú qué rayos sabes?"

Esta es una película sobre una sorda frígida que habla como el ojete y te da bronca.
Otros personajes (devenidos, pretenden constituirse en naradores) son: la gorda batatona budista llena de botox con casaca de Mao Tsé Tung y el drogadicto con hogar a leña flashero. El resto de los narradores te inspirarían el mismo grado de vergüenza si fueras su hij@.
El género del filme es autoayuda, aunque quieran encajártelo como documental de física cuántica. Poniéndonos prescriptivos, podríamos aconsejar al guionista que vea la película para que se autoayude a crear un guión coherente. "En el intento por bajar los índices de suicidio, los yanquis nos mandan mierda subliminal" definió con lucidez doña Pochita García.
Ciertamente lo más interesante es el final. Los créditos aparecen intercalados con una presentación de los narradores/disertantes/científicos que van hablando durante el filme. Figura entonces el nombre de cada uno de ellos, seguido por sus trabajos publicados y por la institución científica o educativa a la que pertenecen. Así es que después de tanta pedorrada con olor a pachuli sobre "si vos querés podés, juanito, aunque tengas que jugar en silla de ruedas como doble cinco en la primera de la Roma", aparece el nombre de la universidad de Harvard como mecanismo que pretende legitimar institucionalmente las pelotudeces chamaneras dichas durante la película.

La reflexión que disparó en mí esta largometraje tiene que ver con el problema de la eficacia de una institución académica a la hora de otorgar títulos.

Cuáles serán los mecanismos de castigo para estos herejes de las comunidades del saber... no sé.
En fin, qué película pedorra.



El trailer en inglés:

http://www.youtube.com/watch?v=3QlZ5O8_bGk