-séptima temporada-

sábado, 5 de enero de 2013

Adaptación


Querido diario:

Mi adaptación a la gran ciudad es un éxito.
En el transporte público aún hay partes que no me han manoseado del todo.
Conocí el Cid Campeador y en la madrugada de Navidad el Hospital Durand. Hice uso de las instalaciones y de los médicos de guardia, y nunca pagué el ABL (in your face, Mauricio). Para Reyes proyecto unos cólicos intestinales en el Argerich.

La hisotria del día es que hoy dos niños subalternos me robaron el celular.
Yo iba caminando desde mi casa hacia plaza Once buscando una piscina olímpica para empezar clases de natación. Googleé a ver si había un club en las cercanías pero solo aparecían restaurantes peruanos y bombacherías al por mayor. Cuando levanté la vista esos dos pequeños estaban encima y agarraron mi telefonito. El que tenía bigotes y cara de Fivel el ratoncito valiente era muy tierno. Forcejeamos un rato entre la multitud de transeúntes, eran las doce del mediodía en Rivadavia. Ellos me decían que me iban a matar y gruñían con sus voces agudas.
Por suerte todos fueron muy solidarios: los automovilistas tocaron sus bocinas al pasar y la gente que me rodeaba se apartó un poco para que yo pudiera resistirme al asalto con toda comodidad.
Finalmente el de bigotitos me dijo que si no soltaba el aparato me iba a morder y se metió mi mano en la boca. Lo solté y salieron corriendo.
Peligrosos y veloces los muy dentados!
Volví a mi casa y ahora estoy incomunicada. Pero feliz poniendo adornos en mi nuevo hogar.

Al menos me reconforta saber que esta noche dos pequeños tendrán su paquito para fumar,
En fin, de a poco me voy acostumbrado a nuestra bella ciudad autónoma. No pararé hasta ser estafada o arrollada por un 132 con aire acondicionado.

No posteé antes porque estaba ocupada con la mudanza. Les mando mis besos metropolitanos a todxs